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jueves, 23 de octubre de 2014

Abadía de las tres fuentes

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Cuando llegas a la Abbazia delle Tre Fontane  tienes  la sensación de hacer una inmersión en el pasado, de un retorno a la edad media, influido por el ambiente que este lugar consigue trasmitir.
Se accede a la abadía atravesando el denominado “Arco de Carlo Magno”, su nombre procede de una pinturas que prácticamente han desaparecido y que hacían referencia a una donación que se hizo a la abadía en el 805’ por parte de Leon III  y de Carlo Magno. Actualmente la estructura está decorada con algunos frescos de los Cuatro Evangelistas con sus símbolos y un bajo relieve de la Virgen con el Niño.
Superado el ingreso tenemos una primera visión de la disposición de la abadía: delante la iglesia de los Santos Vincenzo e Anastasio, fundada por Onorio I en el 625, a la izquierda están los edificios que cierran el claustro y el monasterio, no visibles porque estamos en un lugar de clausura; a la derecha la iglesia de Santa María Scala Coeli del siglo XII y desde aquí, atravesando un pequeño sendero está la iglesia más antigua San Paolo alle Tre Fontane, construida por los cristianos en el siglo V sobre el lugar donde el apóstol Paolo fue martirizado y decapitado en el 67 d. C. Una leyenda dice que en los tres puntos donde rebotó su cabeza brotan tres fuentes.
Los primeros asentamientos en el monasterio se remontan al siglo VII con una comunidad de monjes griegos, para hospedarles Onorio I construye un monasterio junto a la iglesia.  El estado de abandono del monasterio obliga a Gregorio VII en el siglo XI a ceder la gestión a los monjes benedictinos de la Abadía de Cluny, pero las condiciones del mismo no mejoran mucho. En 1140 la decisión de Inocencio II de cederlo a los monjes cistercienses de San Bernardo de Chiaravelle resultó determinante para su reconstrucción que durará hasta 1221 según las normas rigurosas de la Orden, el resultado es la abadía que hoy podemos ver inalterada en el tiempo.
En 1868 el papa Pio IX cedió la Abadía a una compañía de hermanos trapenses, que sanaron la zona para erradicar la malaria, plantaron gran cantidad de eucaliptos, considerados como una barrera contra la malaria, creando un bosque dónde los romanos van a respirar aire puro y a disfrutar de la belleza del lugar y de las famosas especialidades de los monjes como son el chocolate y los licores obtenidos de las hojas de los eucalipto. Una antigua tradición romana era ir a primera hora de la mañana a comer una rosetta (pan típico romano) rellena con una buena dosis de chocolate caliente.
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3 comentarios:

  1. Hola Rafa!
    Acabo de descubrirte. Me ha encantado tu entrada. Quiero ir a Roma para nochevieja, así pues, voy a empezar a leerte, que tengo mucho trabajo atrasado y poquito tiempo.
    Un saludo desde Alicante
    Inma

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  2. Gracias Inma, espero que el blog te sea útil. Buenas vacaciones en Roma.
    Saludos
    Rafael

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  3. Buenas tardes tuve la oportunidad de conocer este hermoso lugar
    Quisiera saber del almacén de los Benedictinos sus dirección teléfonos correo por favor
    Muchas gracias!!!

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